viernes, 17 de septiembre de 2010

Review: Avatar, Edición Especial (Parte 2)

Llegamos a la segunda parte del review, y es tiempo de ir al grano: Avatar Special Edition. ¿Realmente vale la pena volver a pagar para ver 8 minutos adicionales? ¿revelan algo importante esos 8 minutos de escenas inéditas? ¿Es el 3D en Avatar de verdad algo de otro mundo? Las respuestas a esas preguntas, después del salto.

Ok. El 3D no es la gran cosa. Y hablo primero sobre la tecnología 3D porque es precisamente la razón por la que fui a ver Avatar de nuevo, y supongo que para la gran mayoría, esos 8 minutos eran solo una excusa para vivir de nuevo la experiencia Avatar. Y es que es verdad, Avatar es una de las pocas películas hoy en día que necesariamente deben ser vistas en 3D y en un cine. En ese sentido todos deberíamos aplaudir a James Cameron por hacer que la gente haya vuelto al cine, aún con “engaños” como el 3D y todo. No se si “engaño” sea la palabra correcta; “Gimmick” le dicen los gringos, pero lo que es cierto, por lo menos en mi caso, es que el 3D no funcionó. No como esperaba.

La idea de necesitar “algo más” a la hora de ver una película siempre me pareció algo rebuscado. Hay que tener en cuenta que no estamos hablando de tecnologías como la alta definición o las gigantescas pantallas IMAX, que ayudan a lograr una calidad de imagen más cercana a la realidad. El 3D es otra cosa, y eso es lo que más me incomoda: que distorsione la imagen. No en el sentido de hacerle perder su calidad, pero si en el sentido de hacerla hiper-real. Con el 3D hemos sobrepasado la barrera de la realidad para comenzar a especular con lo que sería experiencia un paso más allá.

El problema con esto tiene que ver con el contraste entre la manera de la que se vende el 3D y la manera en la que realmente se percibe. Asumámoslo. El 3D no te hace sentir dentro de la película, el 3D te hace ver un par de cosas más cerca en cada escena, la ilusión de que las cosas salgan de la pantalla. Lo peor es que en términos prácticos el 3D no funciona en conjunto con la película, al contrario, mientras veía Avatar estuve todo el tiempo consciente de que estaba viendo una película en 3D; me sacaba los lentes para ver qué elementos del plano estaban realizados en 3D y cuáles no. A la larga, al mismo tiempo que el 3D trataba de involucrarte en la película, resultó ser también un distractor. ¿Necesitamos eso cada vez que veamos una película en el cine? ¿Necesitamos saber que lo que estamos viendo ha sido alterado de forma tan poco sutíl?

Para la mayoría del público, la respuesta a esa pregunta será un “si”. Pero para otra parte importante de personas que van al cine, la respuesta sería un poco más dudosa. Me es difícil asumir que incluso directores como Martin Scorsese, o en otra esfera, Louie Psihoyos (director del documental The Cove), se encuentren trabajando en proyectos en 3D. Sinceramente no me desagradaría ver películas ciertas películas en 3D, pero si los grandes directores están dejando que esta nueva tecnología influya directamente en sus procesos creativos, estamos frente a un serio problema. No queda más que esperar a ver qué sale de todo esto; yo todavía sigo pensando esperanzado en un futuro donde el 3D sea la excepción y no la regla.

Ahora, respecto a la Edición Especial de Avatar, sinceramente no creo que valga la pena más que para fanáticos. No hay escenas que revelen más sobre Norm Spellman o Trudy Chacon. Una de las quejas más comunes sobre el Avatar que se estrenó en Diciembre del año pasado fue la gran elipsis que James Cameron usó en la escena de la captura del dragón rojo Toruk, lamentablemente tampoco hay una resolución más larga de esa decisiva escena de Avatar.

Lo que sí tenemos, es una extensión de la romántica escena entre Jake Sully y Neytiri, donde se muestra lo que todos los fanáticos estaban esperando ver. También vemos el ritual de la muerte de Tsu’Tey, el líder guerrero de los Na’vi. La escena añadida más interesante es la que tiene como protagonista a la Dra. Grace Augustine. En la primera expedición de Jake a tierras salvajes de Pandora, el grupo encuentra algo así como una ex escuela que servía como una especie de intercambio cultural entre los humanos y los niños Na’vi.

Al final, ¿a quién intentamos engañar? Las personas que quieran ir a vivir la experiencia Avatar nuevamente van a ir a verla de nuevo con o sin los 8 minutos adicionales. La Edición Especial es un gancho para los más quisquillosos, nada más. Si te gustó la primera vez, probablemente te encantará verla de nuevo. Totalmente recomendable para ellos.

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