lunes, 25 de enero de 2010

Review: Invictus


Una nueva película de Clint Eastwood es siempre bienvenida. Con incontables títulos a su haber, y habiendo complacido tanto a público como a crítica en 2008 con dos grandiosas películas, Changeling y Gran Torino, era mucho lo que se esperaba con la nueva Invictus, protagonizada por una dupla conformada nada más y nada menos que por el veterano Morgan Freeman y el ya bien establecido Matt Damon.
Invictus es un filme basado en la historia real de cómo en 1995 Nelson Mandela, frente a una Sudáfrica divida política y racialmente, decide darle un empujón a la selección nacional de Rugby, y a su capitán Francois Pienaar (Damon), para ganar la copa mundial llevada a cabo en su país, y de paso, inspirar al pueblo para lograr la tan ansiada unificación.
Si la historia les suena inspiradora, están en lo correcto: Eastwood se va a la segura con una trama que resulta ideal para pasar un buen rato frente a la pantalla, realizando un trabajo increíble al recrear una época y retratar a personajes reales, sobre todo a Mandela, de quien se encarga un sólido Freeman. Damon también hace lo posible por darle seriedad a un personaje que parece no ser más que una cara bonita en la película. Por otro lado, todos los aquellos pequeños personajes que Eastwood nos muestra, van moldeando y dándole realismo a la Sudáfrica de 1995.
Lamentablemente, Invictus no logra convencer pese a lo apasionado y vívido de la historia. Clint Eastwood se esmera por mostrarnos demasiado, dejando de lado mucho contenido. El mismo Francois Pienaar es retratado solo en su faceta de capitán de la selección de Rugby; jamás llegamos a saber nada sobre su intimidad (salvo unas cuantas superficiales escenas con su familia y novia), su pasado, o sus motivaciones para ganar la copa del mundo, quedando extrañamente indefinido. Lo mismo pasa con los demás personajes secundarios. La idea de mostrarnos una subtrama relacionada a los guardaespaldas de Nelson Mandela parece tener cierta importancia al principio de la película, para luego desvanecerse y transformarse en un mero refuerzo de la división racial en Sudáfrica. Quizá solo esto sea un motivo de disgusto para muchos fans de Eastwood, pero hay un problema más díficil de sobrellevar, aún para un público esencialmente gringo, y más aún para uno latinoamericano: el rugby.
Para muchos el hecho de que uno de los temas de Invictus sea el rugby puede resultar de lo más entretenido, pero para un público que no tiene la más mínima idea de lo que se está mostrando, puede resultar, cuando menos, aburrido. Si no se entiende el deporte, se pierde gran parte del heroismo que podríamos encontrar en el personaje de Francois Pienaar y el logro de su equipo. Además, las escenas de los encuentros son mostradas sin apoyo o narración alguna, cosa que para cualquier otra película de deportes podía resultar innecesaria, pero no para ésta.
En fin, Invictus no es lo que prometía ser, por lo menos no para un público que no entiende de rugby, aunque me atrevería a decir que incluso los más entendidos podrían encontrar al nuevo filme de Clint Eastwood un tanto superficial.

¿Un documental habría sido una mejor idea? Quizás.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta!